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Las narrativas antidemocráticas adoptan nuevas formas pero mantienen su esencia: dificultar el debate y los consensos sociales

Por Contextual,
4 noviembre, 2023.
La polarización o las adhesiones extremas son las que rinden los mejores dividendos en esa lógica. No hay conspiraciones sino una razón más simple: lo más dañino en términos sociales puede ser al mismo tiempo lo más redituable en términos empresariales.

Por Andrés Piazza

Ilustración: Javier Furer

Los discursos de odio y las narrativas antidemocráticas ponen al debate ciudadano en un laberinto del que resulta difícil escapar, especialmente en épocas electorales. 

Los youtubers, streamers e influencers políticos que difunden los mensajes más extremos y tóxicos son quienes conocen y exprimen la lógica de funcionamiento de las plataformas digitales, especialmente YouTube y TikTok, en las que prevalecen los videos, como así también en las otras redes sociales en las que pueden coexistir textos con elementos multimedia. 

En la iniciativa Contextual buscamos contribuir de manera sustancial a la mejora del debate público, analizando el fenómeno de la desinformación y sus tendencias durante el proceso electoral argentino, pero especialmente enfocados en la peligrosa combinación con los lenguajes tóxicos.

En ese escenario, observamos con preocupación que los gigantes Google y Meta, además del emergente chino que domina TikTok y también el relanzado X (ex Twitter) basan su modelo de negocios en algoritmos de recomendación que incentivan las interacciones -de una manera u otra, y más explícitamente o de manera más solapada-, con el objetivo de generar y recolectar más datos de los usuarios. 

La polarización o las adhesiones extremas son las que rinden los mejores dividendos en esa lógica. No hay conspiraciones sino una razón más simple: lo más dañino en términos sociales puede ser al mismo tiempo lo más redituable en términos empresariales.

Los mensajes, contenidos y afirmaciones que en otra época hubieran quedado al margen del debate político -porque esencialmente cuestionan consensos elementales para la paz social y la convivencia democrática- también son los que más interacciones consiguen y los que más tiempo de atención se llevan.

NARRATIVAS PELIGROSAS SIN SER NECESARIAMENTE ANTIDEMOCRÁTICAS

Respecto de los discursos tóxicos mencionados anteriormente, hay un fenómeno sobre el cual Contextual pone mucha atención: aquellas narrativas que, sin ser ilegales de manera directa -por estar contempladas en los altos estándares de Libertad de Expresión de nuestro país-, son potencialmente antidemocráticas. Funcionan como un goteo incesante que puede resultar aún más perjudicial para el debate público que el clásico “discurso de odio”. 

“No fueron 30 mil” es una de las frases más repetidas por algunos seguidores del candidato presidencial Javier Milei, de La Libertad Avanza, y de otros espacios de derecha. Y no es precisamente lenguaje de odio ni desinformación en sí mismo: se trata, en cambio, de una zona gris que vuelve permeable y corroe inclusive políticas vanguardistas en Derechos Humanos y sentencias judiciales que sitúan a Argentina como modelo en todo el planeta.

Sobre la superficie, hacen foco en una cifra. Pero ésa es la punta del iceberg: discutir la cifra es, al mismo tiempo, una suerte de justificación sobre el accionar de las Fuerzas Armadas en la última dictadura. Esos discurso avalan solapadamente el terrorismo de Estado y, por ende, reducen al mínimo -o directamente eliminan- cualquier posibilidad de debate democrático o provechoso para la paz social.

Este callejón sin salida puede observarse especialmente en los contenidos que concitan la atención en las grandes plataformas. Conocedores de las vulnerabilidades y las ventanas abiertas por estos gigantes tecnológicos, los creadores de contenidos apegados a posiciones extremas consiguen grandes volúmenes de reproducciones y, además, inclusive pueden monetizar esos contenidos. 

Gran parte de los discursos de los youtubers, tiktokers o streamers que lideran dichos espacios, como así también las interacciones que tienen de parte de sus seguidores -en sus chats o intercambios-, no deberían pasar el filtro de los términos y condiciones que las propias plataformas publican como políticas esenciales para su funcionamiento. 

Es evidente que las empresas tecnológicas fallan en aplicar sus propias reglas y las eventuales penalizaciones y sanciones previstas en dichos textos. ¿Lo hacen por ineficiencia, precarización de las condiciones laborales de sus moderadores o con conocimiento y negligencia? En cualquier escenario, resulta importante que la sociedad civil pueda colaborar con dichas plataformas para mejorar el debate público.

En el caso de X, la ex Twitter, la llegada de Elon Musk convirtió a la plataforma en un campo cada vez más fértil para la propagación de discursos de odio y teorías conspirativas y cada vez menos colaborativo con los interlocutores internacionales. 

LO SISTEMÁTICO Y LO OCASIONAL

Como se mencionó, hay numerosos discursos de odio e intolerancia que encuentran campo fértil en redes y plataformas que no están preparadas para contrarrestarlos, moderarlos ni atenuarlos. Muchas veces, dichas narrativas se generan de manera sistemática, pero son aprovechadas de modo ocasional en determinados contextos y situaciones, como ocurre, naturalmente, a pocos días de las elecciones presidenciales.

Sobre la combinación entre lenguaje tóxico y desinformación, Ernesto Calvo, sostiene que puede producirse sistemáticamente o aparecer ocasionalmente. En el estudio “Desinformación en el período electoral”, de las especialistas Natalí Schejtman y Natalia Aruguete, elaborado especialmente para Contextual, Calvo remite a la intención desestabilizadora como elemento distintivo. 
En ese escenario, complejo y por momentos demasiado oscuro, Contextual no procura identificar ni señalar qué expresión es legal o cuáles dichos deberían ser regulados, ya que la legislación argentina otorga preeminencia absoluta a la libertad de expresión. En cambio, intentamos agregar contexto al debate público, para alimentar la capacidad de comprensión de los discursos que circulan y, en algunos casos, socavan la paz social y atentan contra la democracia. En esta línea, la coyuntura actual nos preocupa especialmente con la propagación de narrativas aparentemente coordinadas y sin basamento fáctico que intentan instalar escenarios defraude electoral.

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Contextual es una iniciativa del Instituto de Desarrollo Digital de América Latina y el Caribe (IDDLAC).